- Buscando vivir del campo se encontró los girasoles. Ahora esta campesina de Manizales, vive agradecida con ellos por su sustento y con la Agencia Nacional de Tierras por el título de su predio, con el que busca convertirse en una gran empresaria de esta hermosa flor.
En Manizales, por ejemplo, es la flor más vendida en las floristerías. Y no lo dice ningún estudio. Lo confirma Ledin María Franco, una cultivadora de girasoles que antes de dedicarse al cultivo de este exótico capullo, con el que se hacen piropos los amores, se caminó todas las floristerías de la capital caldense buscando la flor más comercial.
Luego de su agotadora exploración en búsqueda de la especie que le daría el sustento a su familia y sentido a su vida en el campo, con determinación, Ledin, junto a su esposo, Luis Álvaro Franco, puso su empeño en aprender a cultivarla en un predio de cinco hectáreas en El Espartillal, vereda de Manizales.
Pero ahora, varios años después, todo es diferente porque ya por fin recibieron el título de propiedad, gracias a la Agencia Nacional de Tierras, que les ayudó en el proceso de formalización de su predio.
Y es que, como el girasol, que tiene la capacidad para seguir la ruta del sol en búsqueda de crecimiento, Ledin tuvo el empuje de buscar cómo hacer productiva su tierra. Fue así como esta planta que da flor cada cuatro meses, empezó a darle frutos a esta familia que esperó 35 años por las escrituras de su finca.
Sin embargo, no todo es color de rosa o, mejor, de girasol. Para esta campesina que anda impecable entre los largos tallos del cultivo esquivando abejas y abejorros y como dicen en estas tierras, saltando matones para vivir del campo, es muy triste que ya la gente no quiera trabajar en el campo.
“El campo es crecimiento, ganancia y amor, es futuro para las familias. Todos los campesinos debemos tener los títulos de nuestros predios. Ser dueños de la tierra nos permite crecer y seguir explotando el suelo”, manifiesta nostálgica, con la intención de que los jóvenes se animen a seguir labrando la tierra.
Su hijo, por ejemplo, no quiso seguir sus pasos y su título de abogado lo alejó de los cultivos. No obstante, ella y su esposo siguen sembrando la semilla, luego la trasplantan, para que ella solita, con el girar del sol, haga lo demás.
“Es una flor agradecida”, expresa Ledin, la misma gratitud que siente esta pareja de campesinos con la Agencia Nacional de Tierras por su título, con el que planean conseguir beneficios como créditos, subsidios y acompañamiento para tecnificar su cultivo y que Ledin, un ejemplo de lo que es una mujer rural, sea la principal vendedora de girasoles de la región.
