Editorial
Miel II en la cuerda floja
Todo lo que podía salir mal en el desarrollo del proyecto hidroeléctrico Miel II, ha salido mal.
Primero, la vergonzosa violación al compromiso de generar energía con este proyecto, cuando alegremente el exgobernador, Guido Echeverri Piedrahíta, presidente de la junta que administraba esta ambiciosa propuesta, aceptó participar en la subasta nacional en la cual se asignaron cargos por confiabilidad.
Sin tener todavía un socio para construir esta hidroeléctrica, Caldas se comprometió a tenerla lista en el año 2023. Un convenio que nunca se cumplió, y lo que es peor, se firmó una garantía de $ 1 millón de dólares en caso de incumplimiento a los términos estipulados.
Hoy, estos hechos tienen bajo investigación de la Corte Suprema de Justicia al exgobernador, sindicado de peculado culposo por detrimento patrimonial.
Como si lo anterior fuera poco, se acaba de conocer que la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) ha declarado la pérdida de fuerza ejecutoria de la licencia ambiental, otorgada a este proyecto hidroeléctrico desde el año 1994 y modificada en abril de 2010.
Esta decisión implica la pérdida de la licencia ambiental para el proyecto hidroeléctrico Miel II, previsto para desarrollarse en el municipio de Samaná, en el oriente de Caldas. Es además una obra que hace parte del Plan de Desarrollo 2024 – 2027 del actual gobernador, Henry Gutiérrez Ángel.
Es un verdadero baldado de agua fría para los caldenses por una obra por la que se lucha desde hace 30 años, en la que ya se han invertido $ 12 millones de dólares, unos $ 48.000 millones.
Al departamento de Caldas no le queda otra opción que apelar esta decisión y esperar a que la ANLA emita un fallo, que muy seguramente obligará a realizar nuevos estudios del impacto ambiental de la obra, o a conciliar con las comunidades vecinas al proyecto en el oriente de Caldas.
De nuevo, las malas decisiones paralizan las grandes obras de desarrollo regional, como lo vemos con el proyectado Aeropuerto del Café en Palestina. Una ilusión que tenemos desde hace muchos años.
También, en el catálogo de decepciones tenemos que mencionar el Proyecto Miel I, hoy toda una central hidroeléctrica en plena producción en el municipio de Norcasia. Este fue una propuesta con la que Caldas soñó y al final otros aprovecharon. Parecemos marcados para el desengaño y la frustración.
Ignorar los derechos de las comunidades, en un estado tan garantista como el actual, no parece la mejor idea. Nos queda como enseñanza la necesidad de conciliar, escuchar y respetar las inquietudes de todos.
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