Activistas fuera de China conmemorarán el martes el 35º aniversario de la masacre de la Plaza de Tiananmen; cualquier mención al respecto ha estado prohibida durante mucho tiempo en el país.
La imagen de Beijing en Occidente inmediatamente después de Tiananmen en 1989 –durante la cual las autoridades abrieron fuego contra miles de activistas a favor de la democracia, solidificando el control del Partido Comunista Chino sobre el país– sufrió un “shock único”, mientras que la posterior represión contra la disidencia bajo Xi Jinping creó “una caída sistemática, progresiva y de largo plazo” en la reputación global del país, dijo un investigador de China.
Esa tendencia es evidente hoy en Hong Kong, que alguna vez fue el único lugar en China que podía conmemorar abiertamente a las víctimas de Tiananmen, pero ahora prohíbe las vigilias bajo las nuevas leyes de seguridad nacional. La ciudad ha desplegado agentes de policía encubiertos para monitorear los eventos que conmemoran Tiananmen.
Traducido de SEMAFOR
Tiananmen: 35 años después – Reflexiones sobre un legado indeleble
Han pasado 35 años desde que la Plaza de Tiananmen en Beijing se convirtió en el escenario de uno de los eventos más trascendentales y trágicos de la historia contemporánea: la masacre de manifestantes pro-democracia por parte del gobierno chino. Este sombrío aniversario nos invita a reflexionar sobre el legado perdurable de Tiananmen, no solo para China, sino también para el mundo en general.
El 4 de junio de 1989, la Plaza de Tiananmen fue testigo de un acto de brutalidad sin precedentes cuando las autoridades chinas desplegaron el ejército y abrieron fuego contra miles de manifestantes pacíficos que demandaban reformas políticas y una mayor democracia en el país. Las imágenes de tanques avanzando sobre estudiantes desarmados y ciudadanos que se enfrentaban valientemente a la represión estremecieron al mundo y quedaron grabadas en la memoria colectiva como un símbolo de resistencia contra la opresión.
La reacción internacional fue rápida y condenatoria. Gobiernos, organizaciones de derechos humanos y ciudadanos de todo el mundo expresaron su indignación y exigieron justicia para las víctimas de Tiananmen. Sin embargo, a pesar de los llamamientos internacionales, el gobierno chino optó por la represión y el encubrimiento en lugar de la rendición de cuentas. Esta falta de responsabilidad ha dejado una herida abierta en la conciencia global y ha alimentado un persistente escepticismo hacia el compromiso del gobierno chino con los derechos humanos y la democracia.
El impacto de Tiananmen trasciende las fronteras de China y sigue siendo relevante en la política internacional hasta el día de hoy. La represión continua de la disidencia política, la censura de la libertad de expresión y el aumento del control estatal sobre la sociedad han generado preocupaciones crecientes sobre el respeto a los derechos humanos en China y han avivado tensiones en las relaciones internacionales.
En este sentido, el legado de Tiananmen también ha dejado una profunda huella en la región de Asia-Pacífico, especialmente en lugares como Hong Kong y Taiwán, donde las demandas de autonomía y democracia han chocado repetidamente con la política de «un país, dos sistemas» promovida por China. La reciente imposición de la Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong ha sido vista como un intento de Beijing de sofocar las protestas y restringir las libertades civiles en la ciudad, lo que ha avivado aún más el recuerdo de Tiananmen y ha renovado el compromiso de muchos con la lucha por la libertad y la democracia.
A medida que conmemoramos el 35º aniversario de Tiananmen, es fundamental recordar a las víctimas y honrar su sacrificio en la búsqueda de la libertad y la justicia. También debemos renovar nuestro compromiso con los valores universales de los derechos humanos y la democracia, y exigir que aquellos responsables de la masacre de Tiananmen rindan cuentas por sus acciones. Solo entonces podremos esperar que el legado de Tiananmen se convierta en un recordatorio no solo de la brutalidad del autoritarismo, sino también de la fuerza y la resistencia del espíritu humano en la búsqueda incansable de la libertad y la dignidad.