Editorial
Nostalgia alrededor de los 80 años de la Chec
En el año de 1943 el departamento de Caldas aún no se había desmembrado. Era una de las regiones más prósperas del país, con un acelerado desarrollo industrial y comercial; pero padecía un notable déficit de generación de energía. Manizales solo contaba con cinco pequeñas plantas, con capacidad para generar 4,5 kilovatios.
Ante las circunstancias, la Asamblea de Caldas decidió crear la Central Hidroeléctrica de Caldas (Chec) el 24 de febrero de 1944. También, nombró como primer gerente al ingeniero, Arturo Montes Sáenz, con un encargo muy especial: construir la Central Hidroeléctrica de La Ínsula, para generar la asombrosa cantidad de 20.000 Kilovatios en ese momento. En la época, fue considerada la mayor obra de ingeniería en la región, después del Cable Aéreo y del Ferrocarril de Caldas.
A partir de esta obra, y muchas más que vinieron después, se consolidó una empresa que hoy es ejemplo para la región. Desde entonces, la Chec se convirtió en motor de desarrollo para todos los demás sectores de nuestra economía.
Alrededor de esta historia no se nos puede olvidar que la Chec nació caldense, creció caldense. Pero, por infortunio, casi muere en manos de los caldenses. Por circunstancias que gastaríamos muchas hojas en analizar, la empresa cayó en manos de una clase política y administrativa depredadora, corrupta, que en pocos años casi da al traste con una maravillosa obra que nos dejaron un grupo de visionarios.
En su momento, Caldas no contó con una sociedad civil unida que protestara por el despojo, y nuestros dirigentes le permitieron al Gobierno nacional la no cancelación de millonarias deudas que provocaron un ahogamiento económico insostenible. Al final, se vendió la empresa al mejor postor y a un precio de feria, en un aciago año 2003.
En ese entonces, aparecieron las Empresas Públicas de Medellín (EPM) y compraron el 80 % de las acciones. A partir de allí, surgió otra historia que, paradójicamente, es de éxito. Hoy, Caldas con el 20 % de las acciones recibe más dinero por dividendos, que el generado cuando la empresa era suya.
Hay que decir que EPM ha administrado la empresa con criterio regional, ha permitido que todos los gerentes desde esa época sean caldenses, que la mano de obra sea local y que muchas de las inversiones, compras y millonarios contratos se queden aquí. A veces, se nos olvida que la Chec ya no es de nosotros.
La Chec cumple 80 años impulsando el desarrollo regional y apoyando todos los sectores que generen riqueza. Hoy, tiene un compromiso serio con la sostenibilidad y el crecimiento responsable. Nos queda a los caldenses una dura lección, un aviso para que cuidemos nuestras empresas.
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