Entre el Café parisino y el café bogotano: las fondas y la civilidad

Itinerancias de Café de Luis Felipe Castrillón

Entre el Café parisino y el café bogotano: las fondas y la civilidad

“Tan pronto como el café llega al estómago, sobreviene una conmoción general. Las ideas empiezan a moverse, las sonrisas emergen y el papel se llena, el café es su aliado y escribir deja de ser una lucha”.

Honoré de Balzac

El café como lugar de reflexión, deconstrucción, construcción de mundo; pero primordialmente un lugar de sociabilidad, ese lugar policromo, que en palabras de Antoni Martí Monteverde[1], es dual, y en el cual se desenvuelve un tiempo  incierto y a la vez creado, en donde no hay certezas ni incertezas, un lugar donde imaginado por repercusión tendrá resonancias, es un lugar institucionalizado, es el Café con mayúscula, lugar de cruce de la memoria, la literatura, la política, un espacio intersticial e interseccional de lo privado y lo público, la opinión entre ocio y negocio, trabajo y ociosidad, aquí, hay lugar de distanciamiento crítico, irónico que pone en movimiento desde el recogerse para desplegarse.

 El Café toma relevancia en Europa, según Gerard, G[2], primordialmente en Francia, país el cual se convirtió en la meca de los intelectuales del siglo XIX y XX que abordaban las crisis contemporáneas de la humanidad. El café entro a la costumbre francesa en 1669 cuando la Corte de Aga Mustapha Racca es recibida en apartamentos parisinos, y una dama tiene la idea de agregarle azúcar. El café se da a conocer, castillos y hoteles particulares instalan un salón de café y los ricos no tardaron imitar a la nobleza. Posteriormente se inician los cafés de palcos como el Café Procope, el ancestro de los cafés literarios, al cual asistió el dramaturgo Jean-Batiste Rousseau, Voltaire, la reunión de los abogados de “parlote”, Danton, Marat, etc. Nacerán otros cafés, el Paláis-Royal del cual Denis Diderot hará oda de su café de la Régence, otros cafés serán: Café du foy frecuentado por Robespierre, el café du Caveau, el café des Aveugles, el café Mécanique, el café de Chartres, el café Corazza, el café de la convention, el café Février, el café de Valois, etc., a los cuales asistían políticos, militares, músicos, en esa época romántica. El crecimiento urbano de París trajo consecuencias al desarrollo de los cafés en sus bulevares, generando una metamorfosis en sus dinámicas sociales. Los cafés adoptan el carácter de restaurantes donde se sirven desayunos fuertes, gastronomía galante, arte y letras. Allí asistirán al café de París, Honorato de Balzac, Dumas, Víctor Hugo, Musset, y demás. Al café des Varietés asistirá Baudelaire, al café Guerbois asistirán Manet, Monet, Pizarro, Renoir, Zola. En la zona de Montmartre, el café Chat Noir con sus bailes y pintores. En Montparnasse se reúnen poetas y pintores como Picasso, Modigliani, Matisse, etc., especialmente el café de la Rotonde y el café du Dome donde asistirán Kandinsky, Bracusi, Desnos, Eisenstein, Troilet, Hemingway, Miller, Mann, Buñuel, etc. En fin, tres siglos de cafés literarios que ahora se han modernizado y desnaturalizado.

Foto: Soberano alimentar. Luis Felipe Castrillón 2019

Desde lo descrito por Martí, M, A, el Café surge como una contraposición a los Salones y Tertulias burguesas en donde solo eran invitados grupos selectos; y eran las damas ilustres quienes como anfitrionas gestaban una ritualización del acto desde sus formas y maneras de vestir y comportarse. Se podrá decir que el salón y la tertulia eran una forma politizada de tomar la bebida café con minúscula. Tal es la dinámica de sociabilidad, que el mismo autor presenta el impacto de estos escenarios cuando Napoleón expulsa a una dama de París y Francia por sus idearios políticos; se refiere a Madame de Staël que, por sus libros y germanofilia, así como por su renovación filosófica, artística y literaria, se le vio como rebelde política desde su salón de París, el Coppet[3].

El Café como copia de las coffehouses inglesas y el Café Le Procope de París  como hitos del siglo XVIII, es entonces un lugar de democratización de la ciudadanía dado que despoja el modelo aristocratizante, des – elitiza, seculariza el dialogo, la creación, la política, suprime el protocolo, flexibiliza costumbres y modales, des – jerarquiza la conversación en donde se vale es la argumentación,; y por lo anterior, se marca un descenso de la burguesía que para el próximo siglo como nueva estructura social creara nuevos escenarios dado el desarrollo del arte y la literatura; de allí nace el modelo de tertulia que presenta novedades culturales y es centro de discusión política.

En Colombia, especialmente en Bogotá, se reconocerán, en prime instancia, círculos literarios como el Circulo de Antonio Nariño en el cual se debatían libros clandestinos traídos del continente europeo, otro será la Tertulia Eutropélica que abordaba la historia, la Tertulia del Buen Gusto en la casa de Manuela Sáenz de Santamaria de Manrique, y la Tertulia del Observatorio Astronómico interesada en Geografia, comercio y agricultura. Posteriormente se visualizará la tertulia de la Gruta Simbólica en los tiempos de la Guerra de los Mil Días que reivindicaba a Baudelaire, Verlaine, Mallarmé. Cafés literarios como el Winsor a los cuales asisten miembros de la Gruta Simbólica, los jóvenes vitalistas llamados los Nuevos y los Centenaristas; hacían parte León de Greiff, Livis Vidales, Rafael Maya, German Arciniegas, Ricardo Rendon. Otros serian el Círculo de Albatros del cual hacia parte Antonio García, Jorge Padilla, otro grupo será Piedra y Cielo con Arturo Camacho Ramírez, Luis Eduardo Nieto Arteta, Gerardo Valencia y Jorge Rojas. El café Automático meca de intelectuales y sus colaboradores Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, todos desde la revista “Mito”. Vendrán los Nadaístas admiradores de Sartre o Camus en el Café Caruso.

En la ciudad de Manizales, nos relata Juan Bautista Jaramillo Meza[4], luego de su visita por la Habana Cuba, él arribo a esta ciudad, y describe el Circulo Bergerac organizado en 1910 por Jorge Robledo, compuesto por jóvenes intelectuales amigos de la bohemia que componían poesía y literatura expuesta en periódicos, entre ellos tenemos a Tobías Jiménez, Aníbal Arcila, Oscar Arana, Eleázar Gómez, Pedro Luis Rivas, Hugo Gartner, Ignacio Gómez Calderón, Nicolas Díaz, etc., todos los cuales impulsaban la cultura a semejanza de esa Gruta Simbólica bogotana. Promovían veladas y ágapes culturales; surgió de allí la revista “Motivos” cuyo primer número data el 16 de agosto de 1913, donde aparecía con motivos del centenario de la independencia de Antioquia, poemas como LA CRISALIDA de Tomas Calderón, EN FIESTAS de Jesús Arana, y el ultimo numero el 29 de enero de 1916. Este grupo marco una corta época de luz intelectual en Caldas.

El autor en su trasegar nos comenta su propósito de ir a la ciudad de Medellín Antioquia; recorrido el cual era a lomo de mula por caminos de herradura, nos describe las peripecias de tal viaje hasta arribar a una fonda:

Primero, un día, de Manizales a Neira, de allí a Filadelfia, y cuesta abajo al río Cauca a cuya orilla en la antigua posada de EL PINTADO, pasaba la noche el peregrino, en forma azas primitiva, entre arrieros de crudo lenguaje, hampones y merodeadores de la región, gentes indeseables, en fin, que inspiraban miedo con sus peinillas al cinto, sus cicatrices y su aspecto de bandidaje; después, al otro día, por arenales de Supía, y lomas de Caramanta, y piedra y barro hasta la noche, y otra posada peor; por último, la tercera jornada, camino a Támesis y, como un consuelo en la tremenda travesía, muy a lo lejos la borrosa perspectiva de Jericó, en la altura en donde la fundaron mis bisabuelos, en los mismos días de 1848 en que los Arangos, los Grisales y sus compañeros de expedición derribaron la selva en esta colina para fundar a Manizales.[5]

Nótese entre líneas los puntos de conexión entre lo rural y lo urbano, es la Fonda Rural, primer banco – comercio, embrión de las fundaciones, la aparición del hombre cívico y prestamista en la figura del fondero; así mismo protector que adscribe a lealtades partidistas. Nos expresa Carlos Miguel Ortiz Sarmiento que la fonda:

“… se constituye en un eslabón entre la fase de la producción de café, enmarcada primordialmente dentro de las formas no asalariadas del trabajo parcelario familiar o de la agregatura, y las sucesivas etapas de comercialización interna y externa, regidas por fenómenos de circulación monetaria y del capital comercial. Dos mundos, por tanto, se ponen en contacto allí; y a la vez, la mediación del fondero se intercala entre los cultivadores pobres y el gran exportador…”[6]

La fonda entonces es punto de sociabilidad y movilidad social, de resguardo, de noticias,  de diáspora de esas charlas escuchadas al son del aguardiente, los juegos de mesa, la trova, los mitos contados del arriero que apuraba el paso cuando la noche acosaba la llegada de ambientes hostiles y de incertidumbre que hacían evocar a la Llorona, el Mohán, el Duende, el Jinete sin Cabeza, Brujas y Espíritus; así mismo, las historias de mocedades personales que se presentaban como aventuras de don juanes quienes robaban honra y prestigio de algún gamonal; pero también, y esto es vital, el punto de captación de idearios políticos receptados por el viva voz de la oralidad itinerante, los diarios de noticias provenientes de la cabecera municipal y que mostraban mundos extraños y lejanos; todas ellas irían a parar en la cultura popular de pueblos.

Pasaban de la fonda al pueblo en sus fiestas patronales a las cuales asistían cosecheros del territorio nacional, y que harían itinerar esas subjetividades políticas en el territorio desde su música y sus cuentos; y porque no, desde su literatura y poesía que, a la usanza de esos intelectuales del terruño, se conectaba con el mundo de esas tertulias y cafés literarios. Y se llegó a crear un mundo de “Otra Parte” con sus andanzas de “Viaje a Pie”[7] desde Antioquia al Valle del Cauca, filosofando la vida, sus gentes y el tiempo entre fonda y fonda. 

Foto: Llego el progreso. Luis Felipe Castrillón 2019

Llegaba así la “modernidad, la modernización y el modernismo”[8]. De las trochas, los caminos de herradura y el andariego, al jeep Willis y la escalera o chiva con sus variopintos paisajes y colores, los dispositivos mediadores entre lo rural y lo urbano, noticias de la ciudad llegan mas rápido, cargas de lo producido llegan a centrales de acopio y galerías componiendo un arcoíris frutal y alimenticio con el objetivo transar. Esta es el gran paisaje de lo humano cafetero, en cuyos intersticios se encontrará siempre una Fonda, un Café.

Aventurase un tal Fernando Jaramillo Botero[9] de la Ceja – Antioquia al lugar de los godos pipones y tahúres como lo dice Fernando Gonzales Ochoa, Manizales. Era la crisis de 1930 cuando llego a esta ciudad, trabajó en una panadería y se dio cuenta que su pariente, Ramon Restrepo tenia como negocio un Café; allí trabajó. Ahorró, renunció y montó una tienda por la trilladora para aprovechar la demanda de café de los obreros de esta. Luego de ahorrar y jugar a los dados, y entre 1934 – 1936 montó el “Bar Coquer” y otros Cafés, compraba y vendía. Después se dedicó al negocio de la jabonería e hizo uno a base de café llamándolo Café Lyra. Quebró. Recibió al fiado el negocio Club Alcázar frente al Club Manizales que pago poco tiempo después.

Bogotá celebraba su centenario en 1938, y allí estaba Jaramillo de juega en el “Café Felixerre” en cual compraría al contado. Ganó en la Lotería de Cundinamarca $5000, y Jaramillo quedo atrapado en la bienhechora ciudad. Se hizo dueño del “Café Mahoma” en la calle 14 con carrera 8ª, allí también adquirió “el Polo”, el cual vendió para comprar el “Luis XV”. Fue cacharrero, vendedor de escopetas. Fio el “Gato Negro” al que asistían clientes de todas las estirpes.

Los negocios de café le permitieron conocer a muchos intelectuales: León de Greiff que frecuentaba “La Fortaleza”; este se llamaría después, “El Automático” que en tiempos de violencia recibía la visita de poetas y pintores. Allí el pintor Barranquillero Orlando Rivera colgó sus cuadros en préstamo por un tinto. Cronistas escribían que el Automático, centro de intelectualidad, era el Montmartre de Bogotá.  Pasaran varios años para que Jaramillo monte el Automático en la Dorada Caldas, un café para ganaderos y agricultores que hacen transacciones de mucho dinero.

Foto: Psicodelia andina Luis Felipe Castrillon 2019

Ahora en presente, con la explosión tecnológica, de las comunicaciones, la exigencia de rapidez, la fugacidad, el Café ciertamente se ha desnaturalizado. Ha quedado atrás el verlo como meca intelectual y artística, como receptáculo de variopintas gentes que socializaban en la mística del dialogar. Ahora, es vacuo en su dialogar toda vez solo el universo, plano y azul, se nutre con 200 caracteres e incrementa la individualidad. El Café con mayúscula, paso solo a café con minúscula, es insípido, de baja calidad, de poca mística, es lugar bullicioso de sociedad del cansancio en su trasegar sin mirada, y cuya observancia solo se sitúa en las vitrinas de la ilusión de la felicidad que emana el éxito capitalista. Que regrese el Café, su literatura, su arte, su gente.


[1] MONTERDE, Antoni Martí. Poética del café: un espacio de la modernidad literaria europea. Hurtado & Ortega Editores, España, 2021

[2] Gérard, G. “Cafés literarios: Paris-Bogotá.” Exposición organizada por la Embajada de Francia y la Alianza Colombo Francesa, Armenia, Museo Quimbaya (2004).

[3]MONTERDE, Antoni Martí. Poética del café: un espacio de la modernidad literaria europea. Hurtado & Ortega Editores, España, 2021. Pág. 34

[4] Jaramillo Meza, Juan Bautista Autor. “Estampas de Manizales. Primer tomo.” (1951). Pág. 29-31

[5] Idem. Pag 53-54

[6] Ortiz, Carlos, et al. “Estado y subversión en Colombia. La violencia en el Quindío años 50.” (Bogotá, Colombia: Fondo Editorial CEREC. (1985). Pag. 28

[7] González, Fernando. Viaje a pie 1929. Universidad EAFIT, (Medellín, Colombia: 2020).

[8] Es el paso del modelo de Industrialización al modelo de Sustitución de Importaciones. El paso campo-ciudad con sus migraciones y desplazamientos producto de esas violencias políticas. La llegada de movimientos intelectuales y artísticos como los 13 panidas y las criticad a la modernidad, épocas de dandis, de estrafalarios de la moda y la etiqueta; en fin, épocas convulsas de procesos de cristalización cultural, etc. 

[9] Véase “La historia del café El automático “en: https://www.revistacromos.com.co/estilo-de-vida/la-historia-del-cafe-el-automatico/

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