El gigante taiwanés de chips TSMC comenzó el martes la construcción de una enorme nueva planta en Dresde, Alemania, su primera en Europa.
La fábrica de 11.000 millones de dólares “es un respaldo a Europa como potencia mundial de la innovación”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La medida también tiene importancia geopolítica: el canciller alemán Olaf Scholz vinculó la nueva planta a la estrategia del país de “reducir el riesgo” económico de Pekín y volverse menos dependiente de los chips fabricados en el extranjero, aunque no mencionó a China por su nombre.
TSMC, por su parte, podría beneficiarse de la expansión geográfica, después de haber estado continuamente en la mira de Estados Unidos y China.
Traducido de SEMAFOR