El cambio climático y la industrialización están cambiando el cultivo del aceite de oliva.
Esta industria, que mueve 14.000 millones de dólares, ha estado tradicionalmente dominada por pequeños productores, pero en los últimos años han surgido algunas megagranjas en el sur de Europa, en parte porque los terratenientes han optado por cultivos más resistentes a la sequía (las aceitunas pueden sobrevivir a las condiciones secas mejor que los cítricos o los cereales).
La sequía sigue afectando a los cultivos de olivares, pero las megagranjas están mejor preparadas para afrontarla que las más pequeñas, porque las economías de escala significan que pueden disponer de riego, “algo con lo que la mayoría de los pequeños productores sólo pueden soñar”, informó el Financial Times.
La cosecha mecánica también implica menores costes, mayor productividad y mayores beneficios. En las dos últimas décadas, las explotaciones intensivas de olivares han pasado de no existir a producir el 11% de la cosecha de aceite de España.
Traducido de SEMAFOR