A lomo de mula se fueron abriendo los caminos que comunican a Antioquia y al Eje Cafetero, guiados por hombres fuertes que aguantaban semanas enteras viajando entre pueblos. Esos titanes son conocidos como “arrieros”, una tradición que no se quiere quedar en el olvido
Un arriero de corazón y tradición, comparte su devoción por estos valientes hombres: “Un arriero no nace, se hace, hay que tenerles amor a las mulas. Queremos el arte y representamos a esos hombres que dieron la vida por los caminos”.
Atrás del colegio INEM, entre la bulliciosa actividad de las Fondas y Arriería, surge un rincón que nos transporta a los tiempos en los que valientes hombres, a lomo de mula, forjaban los caminos que conectaban Antioquia y el Eje Cafetero. Este tesoro cultural es la exhibición del Arriero, un homenaje a la tradición que se niega a desvanecerse.
Para las generaciones actuales, ajenas a este modo de vida, las arrierías desentrañan los elementos esenciales del arriero:
- El Carriel: La cédula del arriero, donde cargaban objetos que les sacaban de apuros.
- La Mulera y la Tapadora o Sufridora: Elementos para proteger la ropa y la mula antes de cargarla.
- Pañoleta en el Cuello: Una insignia, un trapo rojo que los identificaba.
- Sombrero: Un escudo contra el sol y la lluvia.
- Alpargatas o Cotizas: En un tiempo donde caminar descalzo era la norma, estas alpargatas, tejidas con suela de cabuya, y las cotizas, con suela de caucho, ayudaban a los arrieros a resistir los caminos.
Este grupo de hombres, autodenominados arrieros, hoy llevan a cabo exhibiciones en las ferias, recordando una época en la que cruzar semanas de un lugar a otro cargando mercancía era una realidad. Sin embargo, estos tiempos han cedido su espacio a los vehículos y automóviles, convirtiendo el estilo de vida de los arrieros en una hermosa reliquia del pasado. Las Arrierias son un testimonio vivo de esta historia que, a pesar de la evolución, sigue resonando en los corazones de quienes anhelan conectarse con sus raíces.