Rusia ampliará su ejército a 1,5 millones de soldados activos, lo que convertirá a su ejército en el segundo más grande del mundo después del de China, en su intento de expulsar a las fuerzas ucranianas de su región de Kursk.
Un experto de Carnegie cuestionó si Moscú estaba preparado para financiar la expansión -la tercera desde que comenzó la guerra- dada la presión sobre su presupuesto de defensa y un reclutamiento impopular que ha visto a cientos de miles de personas huir del país.
La medida se produjo mientras el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, considera permitir que Kiev utilice sus misiles de largo alcance, que Vladimir Putin advirtió que pondrían a Rusia «en guerra» con la OTAN.
Permitir las armas podría poner en peligro los esfuerzos de la OTAN para evitar la escalada del conflicto, argumentó el columnista del Guardian Simon Jenkins: «Los políticos occidentales ansiosos por hacerse pasar por tipos duros no hacen ningún servicio a la paz al prometer respaldar a Zelenskiy para la victoria total».
Traducido de SEMAFOR