El “milagro” económico de Texas durante la última década puede estar en peligro.
Desde que Toyota trasladó su sede al estado estadounidense en 2014, más de 300 empresas la han seguido, la mitad de ellas de California, atraídas por su enfoque laxo en materia de impuestos y regulación.
En ese tiempo, la economía de Texas ha crecido un promedio del 3% anual, en comparación con el 2,3% de Estados Unidos en su conjunto.
Pero el auge se está desacelerando: la infraestructura está crujiendo y el enfoque regulatorio de laissez-faire está bajo amenaza por una postura de derecha más intervencionista en cuestiones de justicia social.
El estado ha incluido en la lista negra a los inversores que considera “despiertos”, informó el Financial Times, y la fricción con la comunidad empresarial está creciendo.
Traducido de SEMAFOR