La población de Rapa Nui, el territorio chileno conocido como Isla de Pascua, tal vez no se haya desplomado antes de la llegada de los colonizadores europeos, como se creía anteriormente.
Las gigantescas estatuas de piedra que hay en la isla llevaron a los exploradores a concluir que la pequeña población era todo lo que quedaba de una civilización mucho más grande: el destacado biólogo Jared Diamond la utilizó como ejemplo de “ecocidio”, la sobreexplotación de los recursos que conduce a la catástrofe.
Pero nuevas pruebas de ADN sugieren que la población siempre fue pequeña, aunque avanzada, con vínculos comerciales marítimos con Sudamérica, a 3.200 kilómetros de distancia, y que su número solo disminuyó gracias a las enfermedades y las incursiones tras el contacto europeo.
El propio Diamond duda de los hallazgos.
Traducido de SEMAFOR