
Noruega inauguró el primer servicio de almacenamiento comercial de dióxido de carbono del mundo.
El proyecto tomará el CO2 capturado en las chimeneas de las fábricas, lo comprimirá hasta convertirlo en líquido y lo inyectará en vastos depósitos bajo el Mar del Norte.
Inicialmente, se necesitarán hasta 1,5 millones de toneladas al año, con planes de aumentar a cinco millones si hay demanda.
Se trata de una fracción minúscula de las emisiones globales totales, pero un ejecutivo de la empresa dijo a la AFP que el plan era demostrar que la captura y almacenamiento de carbono (CCS) «es factible» a escala comercial.
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático dejó en claro que la CCS es necesaria para evitar las peores consecuencias del cambio climático.
Traducido de SEMAFOR