
La última novela de Haruki Murakami planteó un desafío significativo en cuanto a traducción: cómo representar las diversas palabras que significan “yo” en japonés con solo una en inglés.
La ciudad y sus muros inciertos alterna entre dos narradores, un adolescente y un adulto. En el original, el pronombre en primera persona alterna entre boku, que representa al adolescente, y el más formal
watashi, que representa al hombre.
El japonés tiene muchos pronombres en primera persona, cada uno “cargado de significado, que sugiere género, edad, rango o relaciones”, escribió un estudioso del japonés en The Conversation.
Las traducciones anteriores de Murakami han alternado entre los tiempos pasado y presente para dar una sensación de mundos diferentes, pero “la traducción es siempre un proceso que convierte una historia en algo nuevo”.
Traducido de SEMAFOR