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Una niña que está de vacaciones encuentra un amuleto de 3.800 años de antigüedad

Una niña que está de vacaciones encuentra un amuleto de 3.800 años de antigüedad
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Una niña que está de vacaciones encuentra un amuleto de 3.800 años de antigüedad
Emil Aladjem/Autoridad de Antigüedades de Israel

Un sello escarabeo descubierto en lo que fue un asentamiento de la Edad de Bronce en Israel revela los vínculos culturales entre las antiguas civilizaciones cananea y egipcia. 

El amuleto de 3.800 años de antigüedad fue encontrado por una niña pequeña durante unas vacaciones familiares en el yacimiento de Tel Azekah, según la Autoridad de Antigüedades de Israel.

Sellos escarabeos como este se han encontrado habitualmente en tumbas, restos de edificios públicos y algunas viviendas, según explicó un conservador del museo, y en ocasiones «portan símbolos y mensajes que reflejan creencias o estatus religioso».

El sello se presentará en una exposición especial en Jerusalén junto con otras reliquias de las civilizaciones cananea y egipcia, informó Artnet News.

Traducido de SEMAFOR


Los escarabeos-sello eran objetos extremadamente populares en el Antiguo Egipto, especialmente durante el Imperio Medio y el Segundo Período Intermedio. Estos artefactos adoptaban la forma del escarabajo pelotero (Scarabaeus sacer), un insecto que impresionó profundamente a los egipcios por su comportamiento: hacía rodar bolas de estiércol donde depositaba sus huevos, y de las que luego emergían nuevas crías aparentemente “de la nada”. Esta imagen se convirtió en una poderosa metáfora del renacimiento, la regeneración y la vida que surge del caos, valores centrales en la cosmovisión egipcia.

El escarabajo fue así asociado al dios Jepri (o Khepri), una de las formas solares de Ra, que representaba el sol naciente y el ciclo diario de renovación. Jepri era representado como un escarabajo empujando el disco solar a través del cielo, y su culto se relacionaba con el tránsito entre la muerte y el renacimiento, así como con la protección divina. Por eso, los sellos escarabeos no eran solo herramientas administrativas o de identificación personal: también eran poderosos amuletos usados por vivos y muertos para asegurar fortuna, resguardo espiritual y continuidad en el más allá.

Un amuleto escarabeo era normalmente un pequeño objeto, a menudo tallado en esteatita y posteriormente vidriado, con la forma tridimensional de un escarabajo por un lado y una superficie plana o ligeramente cóncava por el otro. Esta parte plana solía grabarse con jeroglíficos, nombres de funcionarios, deidades o motivos decorativos que aludían a protección, poder o prosperidad. En muchos casos, el reverso funcionaba como un sello, dejando una impresión en arcilla o cera que podía validar documentos, marcar propiedad o simbolizar autoridad.

Lo más fascinante es que estos escarabeos no se restringieron al territorio egipcio. Su presencia ha sido ampliamente documentada fuera de Egipto, especialmente en regiones como el Levante Sur, donde se ubicaba la antigua tierra de Canaán. El hallazgo de un escarabeo en Tel Azekah, un importante asentamiento cananeo de la Edad de Bronce, es una prueba directa de la intensa interacción cultural, comercial y política entre Egipto y los pueblos cananeos.

Durante milenios, el flujo de bienes, símbolos y creencias entre Egipto y el Levante fue constante. A través de rutas terrestres y marítimas, circulaban no solo productos como oro, cerámica, aceites y textiles, sino también ideas religiosas, tecnologías, formas artísticas e idiomas. Los escarabeos —que llegaron a ser incluso imitados por artesanos locales— son evidencia tangible de este intercambio bidireccional. Su adopción en contextos no egipcios sugiere que no solo eran objetos valiosos, sino también portadores de significado, utilizados por las élites del Levante como símbolos de prestigio o como talismanes que otorgaban la bendición de una potencia extranjera reverenciada.

Así, un pequeño objeto como este escarabeo, hallado por azar en Tel Azekah, permite reconstruir una red compleja de contactos interregionales, donde las fronteras culturales eran porosas y los símbolos egipcios podían adquirir nuevos significados en otras sociedades del Mediterráneo oriental.

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