Los ucranianos que viven en territorios ocupados por Rusia se enfrentan hoy a una dura fecha límite como parte de los esfuerzos de Moscú por ejercer control sobre los territorios.
Deben obtener un pasaporte ruso -y arriesgarse a ser obligados a unirse a las fuerzas armadas del invasor en el frente- o negarse, lo que puede suponer la separación de sus hijos, la deportación o la pérdida del acceso a los servicios básicos.
“Cada pasaporte y certificado de nacimiento emitidos dificulta a Ucrania recuperar su tierra y sus hijos perdidos, y cada nuevo ciudadano permite a Rusia reclamar un derecho -aunque sea falsamente- a defender a su propio pueblo contra un vecino hostil”, señaló Associated Press.
Traducido de SEMAFOR