La regulación de la vida nocturna de Damasco representó una prueba para los nuevos líderes sirios.
La semana pasada, los exrebeldes que derrocaron a Bashar al-Assad ordenaron el cierre de más de 60 bares de la ciudad por servir alcohol sin licencia.
La mayoría de los bares de Damasco carecían de licencia durante el régimen de Assad y las autoridades los dejaron en paz: los residentes festejaron junto a los combatientes rebeldes la noche de su derrocamiento.
Tras la reciente represión que provocó indignación, todas las órdenes de cierre se levantaron en menos de un día, según informó NPR.
El episodio mostró cómo los nuevos gobernantes «aún están encontrando su camino, luchando por conciliar sus valores islámicos conservadores con el estilo de vida secular de muchos de sus conciudadanos y habitantes de las ciudades».
Traducido de SEMAFOR
