El papa Francisco concluyó su gira de 12 días por el sudeste asiático y Oceanía, un viaje que atrajo a multitudes de devotos pero que eludió el país que domina las prioridades diplomáticas del Vaticano: China.
El pontífice aterrizó en Singapur, la última etapa del viaje, después de una visita a Timor Oriental en la que presidió una misa a la que asistió casi la mitad de la población del país.
Sin embargo, no visitó China, con la que el Vaticano ha llegado a una especie de distensión: Pekín y la Santa Sede acordaron en 2018 nombrar obispos conjuntamente.
Y aunque ningún papa ha visitado nunca China, uno estuvo brevemente en Hong Kong en 1970, mientras que Francisco el año pasado estuvo a las puertas del país durante una visita a Mongolia.
Traducido de SEMAFOR